Para el Dr. Jorge A. Jiménez Toribio, la cirugía plástica va mucho más allá de la estética. Es una disciplina donde confluyen ciencia, ética médica y un profundo compromiso con el bienestar del paciente. Con formación en República Dominicana y Venezuela, este especialista ha construido una carrera basada en el rigor académico, la empatía y la mejora continua.
“Desde mis inicios supe que la ética y la disciplina no son negociables”, afirma el Dr. Jiménez Toribio, rememorando sus años en el Hospital Central de las Fuerzas Armadas y la Cruz Roja Venezolana. Para él, cada paciente representa una realidad única que requiere atención personalizada y actualización constante.
Reconocido por sus aportes a la investigación médica, ha logrado integrar tecnología de vanguardia con sensibilidad clínica, demostrando que los logros profesionales son herramientas para ofrecer una atención más efectiva y humana.

Especializado tanto en cirugía reconstructiva como estética, sostiene que ambas áreas están estrechamente ligadas. “Para dominar la cirugía estética, es imprescindible comprender primero la base reconstructiva. La excelencia técnica comienza con una formación sólida y profunda”, subraya.
Su liderazgo ha sido clave a lo largo de su trayectoria. Desde su rol como jefe de estudiantes militares hasta su posición actual como jefe del Servicio de Cirugía Plástica en el Hospital Central Docente Universitario de las Fuerzas Armadas, ha promovido una gestión basada en el trabajo en equipo y el crecimiento profesional compartido.
Uno de sus mayores desafíos es gestionar las expectativas de los pacientes. “La cirugía plástica toca tanto el cuerpo como las emociones. Acompañar al paciente en este proceso incluye educar, orientar y, cuando es necesario, trabajar de la mano con psicólogos para asegurar un enfoque integral.”
Hoy, el Dr. Jorge A. Jiménez Toribio es considerado un referente en cirugía plástica en el país, gracias a su combinación de destreza clínica, liderazgo y sensibilidad humana. Su visión reafirma que la medicina moderna no solo transforma cuerpos, sino también vidas, a través del respeto, la escucha y el compromiso ético.

